La cocaína cada vez más barata

La cocaína es actualmente uno de los mayores problemas de salud pública, no sólo por el aumento del consumo que se viene observando en los últimos años, sino porque su consumo afecta a un sector de la población cada vez más joven.

El que sea más accesible para todo el mundo es una muy mala noticia. Las medidas policiales para evitar su entrada en nuestro país no funcionan, esa es la única explicación de que su precio disminuya cada vez más. Por otra parte, el tratamiento dado a los adictos pocas veces es suficiente.

Su consumo ha desplazado al de la heroína, pero ampliando su nicho de implantación. Se trata de la sustancia con mayor capacidad de adicción de todas las conocidas hasta el momento y, por desgracia, conserva todavía su «aura» de baja peligrosidad y su asociación a las clases altas, como en un inicio ocurrió con la heroína.

La adicción, la falta de adaptación social y los problemas económicos, laborales y familiares que conlleva no son los únicos. Además de el gran riesgo para la salud por sus efectos sobre el aparato circulatorio, no hay que olvidar los riesgos para la salud mental. No sólo es capaz de desencadenar graves psicosis y empeorar cualquier enfermedad preexistente, sino que cada vez existen más evidencias que, especialemente en cerebros jóvenes (de menos de 25 años) sus efectos pueden modificar las últimas etapas de la maduración cerebral, con el consiguiente riesgo para el consumidor que puede convertirse en un paciente psiquiátrico para toda su vida, a pesar del cese del consumo.

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