El principal tratamiento en la esquizofrenia son los fármacos. Esto no quiere decir que el psiquiatra vaya a dedicarse sólo a “recetar pastillas”, ya que hay otras muchas formas de ayudar en esta enfermedad. Pero sin fármacos el pronóstico, la evolución y la calidad de vida son muy malos.

Hay distintos tipos de fármacos que pueden usarse en la esquizofrenia. El grupo de fármacos que siempre debe estar presente es el de los antipsicóticos. La utilidad básica de estos fármacos es la de hacer que el pensamiento sea menos desorganizado, ganando en claridad, con lo que disminuyen los síntomas positivos. Dependiendo del paciente y del tipo de fármaco, también pueden tener un efecto beneficioso sobre los síntomas positivos.

Las benzodiacepinas, fármacos de uso muy común, tienen a veces un papel en la esquizofrenia. Por una parte disminuyen la ansiedad. Esto es muy importante, ya que en esta enfermedad suele haber una especial sensibilidad a la ansiedad. Además mejoran el sueño.

El sueño adecuado (7-8 horas de sueño continuo durante la noche sin somnolencia durante el día) es una variable trascendente en esta enferemedad, siendo casi tan importante como la toma de medicación.

Además en ocasiones se pueden usar otro tipo de fármacos, con el fin de mejorar algunos síntomas que a veces acompañan a esta enfermedad como ánimo bajo, falta de motivación o impulsividad.

Pero más allá de los fármacos es muy importante el apoyo social y familiar. La enfermedad provoca muchas veces una tendencia a la inactividad que hace que la persona se "oxide" socialmente, teniendo una vida cada vez más reducida en actividades. Los programas de rehabilitación y/o la ayuda de familiares y amigos puede mejorar este problema.

Además, evitar el consumo de drogas es imprescindible para una buena evolución. Cannabis, cocaína, anfetaminas pero también alcohol y bebidas con cafeína pueden ser muy peligrosos. De hecho, es la principal causas de recaídas y mala evolución, junto con el abandono del tratamiento.